Casi 1.400 hectáreas de lagos y lagunas construidas o en proceso de construcción en el cordón Pacheco, Tigre, Benavidez están formando una Venecia criolla en pleno proceso de urbanización.

Los barrios de chacras, los campus universitarios, algunos hoteles de primer nivel, y naturalmente las nuevas y numerosas canchas de golf también han integrado a los lagos y las lagunas como un espacio habitual.

Hay que remontarse a los paisajistas de principio del siglo pasado para encontrar un momento similar, en donde, los lagos y las lagunas eran parte integrante e integradora de los nuevos espacios públicos y de los parques privados en residencias y estancias.

Al igual que entonces las lagunas surgen por la necesidad de tierra para el relleno de zonas bajas y anegadas en proceso de parquización. En los próximos años, cientos de nuevas casas y jardines se estarán construyendo en las costas de las nuevas lagunas.

Esta tendencia hacia el agua no es exclusiva de los grandes proyectos, el jardín privado también se está volcando marcadamente en este sentido. Estilo Pilar este año se distinguió por la presencia del agua, el lago de El Pueblo de Estancias del Pilar estuvo rodeado de estanques, fuentes y cascadas en los diferentes stands.

Congresos como “El agua en el jardín de hoy” de la primavera pasada, con más de quinientos participantes entre aficionados y profesionales, o este numero dedicado al agua en la Revista Jardín, son algunos de los hechos destacados de este nuevo proceso.

 

Construyendo ecosistemas

Cuando se construye una laguna o un estanque por lo general se aprovecha una zona baja del terreno o un área relativamente encajonada para lograr un embalse por medio de un terraplén o dique. Además de los aspectos estéticos y recreativos, las nuevas lagunas permiten obtener tierra, crear una reserva de agua para riego o recuperar zonas bajas que pueden secarse al drenar hacia la laguna.

Al llenarse la laguna se disuelven los nutrientes del fondo y comienza un intenso proceso de colonización. Las primeras en llegar son las algas unicelulares (fitoplancton) y luego el zooplancton que las pastorea. Construida la laguna podríamos dejar que la naturaleza siga su curso y se vaya poblando “sola”. En realidad, como las lagunas en la naturaleza no se forman de esta manera, no es cierto que nuestra laguna se vaya a poblar de forma “natural”. El proceso que ha de ocurrir va a ser similar, con diferencias de magnitud, al llenado de una represa como el Chocón o Yaciretá.

En un estanque nuevo algunas especies oportunistas colonizarán rápidamente el sistema, siendo sucedidas por otros grupos que irán haciendo aparición en forma explosiva. En particular son caóticos los dos o tres primeros años, en los que se tiende a un pico de productividad.

El problema de esta situación es que por lo general no disfrutamos de una laguna invadida por sucesivas algas, plantas acuáticas e insectos o con mortandades de peces periódicas. Si damos vuelta la tierra y no sembramos obtenemos yuyos. El segundo aspecto a tener en cuenta al diseñar y construir el ecosistema de una laguna es el uso estético y recreativo que se va a dar al ambiente: nos interesa el color del agua, la pesca de determinada especie o el control de las plantas.

Siempre nos condiciona el entorno, en una cancha de golf tendremos ingresos destacados de fertilizantes que nuestra laguna debe procesar, mientras que en un barrio cerrado podemos tener ingresos importantes de agua con sedimentos por las lluvias.